Entrevista Gonzalo Melej estudiante del M.Sc. Governance of Risk and Resources
Desde la pantalla del computador nos saluda Gonzalo Melej (28). Está en Londres, donde visita a un amigo después de una estancia de tres meses en Heidelberg, en el marco del Magíster en Gobernanza de Riesgos y Recursos (M. Sc.). En esta conversación repasa su experiencia en el programa y las reflexiones que deja el estudio en Alemania.

¿A qué te dedicas actualmente, tanto en el ámbito profesional como en otras áreas de tu vida?
En lo profesional, yo trabajo en una ONG ambiental, “Chile Sustentable”. En ella realizamos el monitoreo y seguimiento de políticas públicas vinculadas al cambio climático, la conservación y la transición energética, principalmente en Chile y también a nivel latinoamericano. Fuera de eso, tengo una vida bien activa, con mucho deporte, harta actividad al aire libre.
¿Qué te llevó a decidirte por este programa y qué esperabas encontrar en él?
Me llamó mucho la atención la oportunidad de tener experiencia con profesores internacionales y que el programa tiene un fuerte enfoque interdisciplinario, con personas de distintas carreras y de distintas experiencias laborales. Sobre todo: quería comprender mejor cuáles son los avances y desafíos en temas de gobernanza y en estos nuevos modelos de toma de decisiones.
¿En qué actividades has participado hasta ahora dentro del programa y qué destacarías de esas experiencias?
Destaco especialmente que el programa incluyó actividades en terreno muy completas y extensas. Tuve la oportunidad de realizar un curso electivo que consistió en un terreno en Colombia y fue realmente una experiencia muy enriquecedora. Fue interesante estudiar un caso empírico fuera de Chile y darse cuenta de que problemáticas similares se presentan en contextos distintos. Otra gran experiencia fue un terreno del curso obligatorio sobre métodos de investigación, que se realizó durante varios días en el sur de Chile. Este tenía un enfoque más cualitativo: hacer entrevistas y conocer a través de testimonios problemáticas locales. Fue muy entretenido, también por la oportunidad de compartir con los compañeros y compañeras del programa. Uno fortalece la amistad más allá de las clases. A través del HCLA se organizan además distintas actividades que reúnen a estudiantes, exalumnos y profesores. Son instancias muy acogedoras, donde se da un espacio horizontal para conversar y compartir experiencias laborales. Con los profesores también se generan conversaciones paralelas, fuera de la formalidad de las clases. Son experiencias extraprogramáticas que el programa permite vivir y que resultan muy provechosas.
En tu opinión, ¿qué conocimientos y habilidades se desarrollan especialmente a través del programa?
El programa tiene una alta exigencia académica y demanda mucha lectura, especialmente durante el primer semestre, con un fuerte énfasis en el análisis. Destacaría que permite desarrollar y profundizar la capacidad analítica y el pensamiento crítico. Además, fomenta habilidades blandas, sobre todo en el trato “tú a tú” con las personas. Las experiencias en terreno lo hacen posible: al realizar entrevistas y estudiar casos locales, el magíster permite poner en práctica habilidades comunicativas.
Muchas disciplinas implican análisis y, en esa medida, también desarrollan la capacidad analítica. ¿De qué manera específica el magíster potencia esta habilidad y a qué temas se aplica dentro del programa?
En el magíster se estudian distintos modelos de gobernanza, enfocados en los espacios donde se toman decisiones frente a problemas colectivos. Uno se ve desafiado a comprender las diferencias de fondo entre diversos autores que analizan por qué y cómo los modelos tradicionales de gobernanza han fracasado. Además, se trabaja con casos reales y actuales. Ser capaz de reconstruir el argumento de un autor, contrastarlo con el de otro, identificar tensiones teóricas y, al mismo tiempo, ejemplificar esas ideas con experiencias concretas: eso es lo que entiendo por capacidad analítica y es algo que se trabaja muy fuerte en el programa.
¿Por qué consideras que estos temas y competencias son relevantes hoy para profesionales en Chile, en América Latina o en tu propio campo?
Vengo de una formación en temas medioambientales. Desde esa perspectiva creo que, en el contexto actual de crisis climática —con creciente vulnerabilidad socioambiental y riesgo de desastres frente a eventos extremos—, resulta clave avanzar hacia espacios de toma de decisiones capaces de enfrentar problemáticas cada vez más complejas, con el gran desafío de hacerlo de manera socialmente legítima. En esa búsqueda de coherencia, la gobernanza aparece como una oportunidad para explorar nuevas formas de desarrollo y de convivencia con el entorno, manteniendo al mismo tiempo una alta legitimidad social, que es fundamental para hacer frente al cambio climático. En este contexto, es fundamental que existan en la región programas como el magíster, que preparan a profesionales para enfrentar estos desafíos.
¿Qué significa para ti participar en un programa conjunto entre la Universidad de Heidelberg y una universidad chilena?
Sobre todo, valoro la oportunidad de complementar conocimientos y tener clases con profesores de distintas partes del mundo. Pero también destaco que el programa incluye clases con una universidad chilena —la Universidad Católica de Chile, en este caso—, porque eso permite mantener una conexión directa entre lo que uno aprende y la realidad del país. En un programa impartido completamente en el extranjero, a veces los casos prácticos provienen de otros contextos que uno conoce menos. En cambio, aquí existe la ventaja de que muchos profesores son nacionales y los ejemplos que se analizan están vinculados a Chile y Latinoamérica, lo que facilita entenderlos y aplicarlos. Esa perspectiva local se complementa con las clases de profesores internacionales, lo que enriquece mucho la experiencia: no solo por el desafío de estudiar en inglés, sino también por la posibilidad de escuchar visiones diferentes. A veces uno se sorprende al notar que, desde fuera, se plantean miradas mucho más críticas sobre ciertos temas que en Chile.
El programa incluye una estancia en Alemania. ¿Qué actividades realizaste durante ese período y cómo se estructuró tu experiencia académica allá?
¿Con filtro o sin filtro? (ríe). En realidad, el intercambio está completamente enfocado en avanzar con la tesis, en poder dedicarse de lleno a la investigación, y eso es algo que realmente se valora. Uno va a la universidad a trabajar, y eso facilita mucho los espacios de intercambio con otros estudiantes de doctorado y magíster, e incluso con los profesores, a quienes se ve con mayor frecuencia. Se genera un ambiente muy enriquecedor para compartir experiencias y fortalecer el análisis. Tuvimos tres coloquios de investigación, donde presentábamos nuestros avances de tesis frente a profesores y estudiantes de doctorado, que nos hacían comentarios y sugerencias para mejorar nuestros trabajos. Además, fue una oportunidad increíble para conocer otros países y continentes —yo no conocía Europa— y también para acercarme a nuevas culturas y realidades históricas.
¿Cómo describirías tu experiencia personal durante la estadía en Alemania?
Lo pasé muy bien. Mi vínculo fue más con gente latinoamericana. Se nota la diferencia cultural con la gente de Alemania. Nosotros fuimos además en el periodo de vacaciones de verano, entonces muchos estudiantes no estaban. Sin embargo, tuvimos la oportunidad de conocer estudiantes de diversas partes de latinoamérica, con quienes más compartí, con quienes fuimos a recorrer, conocer, fuimos a fiestas y actividades al aire libre. Personalmente es puro crecimiento estar tres meses en Alemania y vincularse con la vida allá, más allá de las diferencias culturales.
¿Qué aspectos de estudiar en una universidad alemana te resultaron especialmente desafiantes en comparación con Chile?
El idioma, de todas maneras. Estar en un ambiente completamente en alemán fue algo totalmente nuevo para mí. Además, al principio no me sentía tan seguro con mi inglés, aunque sin duda fui mejorando con el tiempo. Vivir una experiencia de intercambio en un país nuevo tiene todos los desafíos de mudarse temporalmente: desde resolver lo logístico —dónde comprar cosas, el número de celular, la visa— hasta adaptarse a una nueva rutina. Las primeras dos semanas pueden ser un poco complicadas, pero después se trata de meterse de lleno y vivir la experiencia a concho. También hay momentos de frustración, porque hacer una tesis ya es desafiante en sí mismo. A veces uno siente que no está avanzando en la investigación, pero creo que eso es parte natural del proceso. Estar aquí te permite involucrarte completamente en la experiencia de investigar, con todo lo bueno y lo difícil que eso trae.
¿Qué te dejó esta experiencia al regresar a Chile, en lo profesional y en tu manera de proyectar tu desarrollo futuro?
Vuelvo muy motivado profesionalmente, después de haber conocido otro entorno y de haber compartido con personas de distintas trayectorias. También regreso con más confianza en mis propias capacidades. Hacer una tesis exige confiar en los análisis que uno realiza, y eso te enseña a reconocer que lo que uno dice es válido. Además, vuelvo con un mejor inglés y, sobre todo, muy agradecido por la oportunidad de haber vivido esta experiencia.
